EL JUEGO COMO UN PROBLEMA DE ADICCIÓN
“Consumo alcohol y
cocaína esporádicamente”, manifiesta un paciente en una primera entrevista para ingresar en el
centro. “¿Y juegas? ¿A las máquinas
tragaperras, apuestas, ruleta, bingo, etc.?”, le preguntamos nosotros. “Ah, sí, con la ruleta también me pico.”.
Esta situación se repite cantidad de veces. Hasta que no le
hacemos una pregunta de manera explícita, nombrando el juego, no lo mencionan.
Como si el juego, al no existir una sustancia de por medio, fuera menos
adicción. Socialmente, el hecho de tener un problema con sustancias, valida más
el hecho de tener una adicción. Es como que el juego se ve como un problema
secundario. Y nada más alejado de la realidad. Las consecuencias del juego
patológico afectan igual de negativamente que cualquier otro tipo de adicción. Efectos
perjudiciales y persistentes en todas las áreas de la vida: salud, economía,
familia, trabajo, social, emociones, etc.
Las adicciones, tanto con sustancia como sin sustancia,
afectan a los circuitos cerebrales de recompensa, motivación y memoria. La
adicción, sea cual sea la manera de manifestarse, tiene unos ciclos y una
manera de desarrollarse muy parecida, haya o no haya sustancia.
Y el tratamiento, también es el mismo. Ha de existir un
alejamiento de cualquier disparador y una supervisión de estímulos, además de
trabajar las estrategias para prevenir las recaídas y trabajar los problemas
que subyacen al problema de adicción en sí.
Por tanto, cuando hablamos con las personas afectadas por un
problema de adicción, damos la misma importancia a las adicciones con y sin
sustancia, sin minimizar el contacto con el juego de cualquier tipo.
¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el
tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.
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