LOS PREJUICIOS EN LA ADICCIÓN (II)

Lo prometido es deuda. Como dijimos en el anterior post, hoy hablaríamos de qué podemos hacer como sociedad y como individuos para reducir colectivamente el estigma social que soportan las personas con trastorno mental en general, y con adicción, en particular.

La razón de la importancia que tiene reducir el estigma social radica en varias cuestiones, por un lado, el impacto negativo en la persona afectada y familiares de la misma. Es decir, como veíamos en el anterior post, cuando una persona con trastorno de adicción es vista por la sociedad como tal, le afecta perjudicialmente en diferentes aspectos: en la empleabilidad, el encuentro de vivienda, las relaciones familiares y sociales, la salud física y psíquica, los obstáculos para la atención sanitaria, el aumento de las conductas de riesgo, en la propia identidad de la persona, etc.

Pero, por otra parte, hay que tener en cuenta el impacto social de este estigma, es decir, el coste económico desde la salud pública derivado de la multitud de enfermedades derivadas la conducta adictiva y de las dificultades que encuentra la persona con adicción debido a los obstáculos que se tiene que enfrentar las personas para su recuperación. Por no hablar de la importancia que debería darse a la prevención, y no tanto en la recuperación, mucho más costosa.

Existen campañas que han promovido la normalización en el trato e intervención acorde de las personas con este trastorno. Una de las más conocidas es “Rompe el estigma”, de la comunidad científica Socidrogalcohol.

Pero, nosotros, como individuos, ¿qué podemos hacer por normalizar este trastorno y fomentar con ello un buen trato y una buena intervención?

- En primer lugar, informarse. Ante lo desconocido, rehuimos, desconfiamos, especialmente cuando aquello que desconocemos es considerado por el resto de la sociedad como algo negativo. Nos podemos informar a través de los recursos (Centros de salud mental de la zona) o páginas webs especializadas:
www.socidrogalcohol.org,
www.unad.org,
www.fad.es,
https://pnsd.sanidad.gob.es/ciudadanos/informacion/home.htm, etc.)

- Aumentar el conocimiento social sobre que la adicción es una enfermedad haciendo ver que la persona adicta es una persona normal que presenta un problema de salud (no es un vicio ni una elección personal).

- Reconocer y descubrir tus propios prejuicios. No pasa nada, vivimos en sociedad, con unas normas y cultura determinadas, tener prejuicios es algo muy humano. Otra cosa diferente es no ser consciente y alimentarlos, perjudicando a los demás.

- Ser empáticos. Ponerse en el lugar del otro, de corazón, especialmente en el de la persona afectada y sus familiares.

- Dudar. No des por hecho que todas tus creencias son ciertas, contrástalas con fuentes fiables.

- No proyectar tus dudas y miedos en los demás. Sentirse bien con uno mismo es importante a la hora de aceptar a los que son diferentes, pues no tendrás que utilizarlos para aumentar tu autoestima. Muchas veces se proyecta la culpa en aquellos que son diferentes.

- Valorar la diversidad en todos los sentidos. Mantenerte en contacto con otros grupos sociales, con gente diferente, abierto a descubrir otras maneras de estar en el mundo te hace ser más flexible y tolerante.

- Aceptar que no lo vas a entender todo ni lo vas a compartir todo. Y eso no significa ser hostil, sino admitir las diferencias.

- No callar ante un comentario o chiste prejuicioso, ya que eso fomenta la continuidad del prejuicio.

- No dar tu apoyo ni tu dinero a organizaciones que promueven el problema de la adicción, obviando la problemática.

- Fomentar, dentro de las posibilidades personales, la reinserción laboral y social de las personas que han tenido problemas de adicción.

- Valorar la valentía de aquellos que, a pesar de las dificultades para enfrentarse a la adicción, dan un paso hacia delante con mucha dignidad hacia la búsqueda de soluciones.

- Visibilizar, dar voz y trabajar junto con los colectivos de pacientes adictos.

La adicción es un trastorno complicado y doloroso. No se lo pongamos más difícil.

¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.

Porque desde Las Flotas seguimos manteniéndote informado. Seguimos ayudándote.

Ana Sala, psicóloga de las Flotas.


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