TRANSMITIR A LOS HIJOS E HIJAS EL PROBLEMA DE CONSUMO

 

Miedo, vergüenza y culpabilidad: los tres toros a los que capotear. ¿Qué decir? ¿Cómo decir? ¿Será mejor decir? ¿Será peor decir? ¿Y si los decepciono? ¿Y si saberlo les causa problemas de comportamiento o escolares? ¿Y si ya no vuelven a confiar en mí? ¿Y si se enfadan conmigo? ¿Y si dejan de quererme?

Un hecho que los padres y madres en rehabilitación han de afrontar, y les causa una considerable perturbación en la mayoría de los casos, es a la hora de explicar y hablar sobre el trastorno de adicción con sus hijos/as. El nivel de intensidad emocional y la facilidad o no para hablar de ello a veces depende también de la edad del descendiente: como es de esperar, no es lo mismo el entendimiento ni las reacciones de un hijo/a de 6 años, que otro/a con la de edad de 30.

En el post de hoy nos centraremos cuando los hijos/as son menores de edad, aunque algunas reflexiones y pautas nos pueden ayudar también cuando son mayores.

Durante la rehabilitación en el centro de Las Flotas, trabajamos de cerca con las familias. ¿Qué significa esto? Que las escuchamos, orientamos y les ofrecemos espacios de acompañamiento y de comunicación donde puedan expresar sus miedos y dudas.

En primer lugar, hay que entender que los/as hijos/as menores han vivido, en la mayor parte de los casos, situaciones de mucha confusión, provocada muchas veces por la alteración en las costumbres y valores familiares habituales a las que había previamente a que apareciera el problema de consumo. Estas alteraciones provienen de las situaciones de tensión y estrés vividas por los conflictos derivados del consumo, la alteración de la organización y límites habituales, la falta de información ante los problemas, el miedo debido a la falta de libertad para poder expresarse tanto en el seno de la familia como fuera del contexto doméstico (el niño y la niña intuyen, o han sido expresamente avisados, que es tabú y no se puede hablar), los sentimientos de culpabilidad, las reacciones descontroladas (cuando no agresivas o violentas), etc.

Los/as pacientes, adultos, deben entender que no existen culpables de la enfermedad, es decir, que no es una debilidad personal, que no ha sido intencionado, y que, si hubieran podido evitarlo o controlarlo, lo hubieran hecho. Sí que pueden buscar ayuda, y comunicar los que les ocurre a sus familiares y a profesionales, confiando y tratando de encontrar una vía más saludable y menos perjudicial para ellos y para sus allegados. Una vez que se alcanza esta comprensión en los adultos con problemas de adicción, podremos atender con mayor serenidad a los hijos/as.

Para comunicar a los hijos/as que existe un problema de adicción, existen pautas que pueden facilitar este proceso.

- Por un lado, crear espacios seguros y de confianza, donde poder expresarse con libertad. No cohibir ni hacer ver al niño/a que manifestar sus preocupaciones o miedos es algo que los adultos no pueden amparar. Tratar de atender y entender, de ponerse en su lugar, favoreciendo un acompañamiento y un apoyo donde ellos se sientan protegidos, a pesar del problema. Los padres son la fuente de seguridad para los hijos: eso no significa que no puedan equivocarse, pero sí que tienen una capacidad más madura para darse cuenta, buscar ayuda y rectificar.

- Hablarles del propio trastorno, desde un lenguaje que sea accesible para ellos. Ofrecer información específica sobre el alcoholismo adaptada a cada edad, intentando ser lo más precoces posible. (Hacerles entender que la adicción a una sustancia es una enfermedad de la que nadie tiene la culpa, y que afecta a otros aspectos de la vida como el trabajo, el comportamiento, las emociones o las relaciones).

- Tomar acciones para que no se sientan solos ante sus preocupaciones o problemas. Acudir en búsqueda de ayuda profesional si es necesario.

- Mantener, dentro de lo posible, los límites y normas familiares. Si no existen, elaborarlas con criterios oportunos.

- Dar énfasis en reforzar los aspectos positivos del funcionamiento de los niños y también de los progenitores con el problema de adicción, es decir, dar importancia a aquello que sí funciona de manera adecuada (factores protectores).

- Advertir del riesgo de forma natural, sin paternalismos, sin alarmismo ni exageración.

- Enseñar estrategias contra el etiquetaje y el estigma del alcoholismo en nuestra cultura (como leíamos en posts anteriores).

¿Y si a pesar de todo ello los hijos e hijas se enfadan? ¿Y si reaccionan con un reproche? ¿Y si pierden la confianza? ¿Y si no lo entienden? Seguiremos profundizando en este asunto en próximas semanas.

¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.

Porque desde Las Flotas seguimos manteniéndote informado. Seguimos ayudándote.


Ana Sala, psicóloga de las Flotas.


Entradas populares de este blog

LAS RELACIONES DE PAREJA EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

FACTORES DE RIESGO DEL CONSUMO DE DROGAS

QUÉ HACER EN LAS CELEBRACIONES Y FIESTAS CUANDO TENGO UN PROBLEMA DE ADICCIÓN