REACCIONES NEGATIVAS DE LOS HIJOS CUANDO SE LES COMUNICA EL PROBLEMA DE ADICCIÓN DE LOS PADRES

 

No tengamos la expectativa de que hablar con nuestros hijos acerca del problema de consumo del padre o madre sea un proceso fácil y ligero. No es que sea imposible, pero ciertamente, a ellos también les puede resultar difícil, y pueden tener reacciones como de ignorar u obviar el asunto. Nosotros, los adultos, con la máxima sensibilidad y madurez, seremos los que facilitaremos este espacio para que se pueda dar la comunicación.

Ellos pueden haber visto o experimentado situaciones que no entienden, y que, por ende, les puede hacer sentir mucho miedo y un estado de ansiedad. Algunas de estas situaciones que pueden haber vivido son: discusiones entre los progenitores, descuidos en el cuidado de los pequeños, haber visto a su padre o madre bajo la influencia de las drogas, ver autolesionarse a los padres, ausencias de padre o madre ante una cita, recibir agresiones verbales o físicas, ver a sus padres con estado de ánimo inestable, etc.

Si han vivido situaciones de tensión como las que se describían anteriormente, puede ocurrir que, al principio, al iniciar esta conversación, existan reproches, acusaciones o reacciones de enfado, vergüenza o de culpabilidad. Han podido mantener internamente una sensación de preocupación por la salud de la madre o padre, incluso por la de ellos mismos. Es posible que conserven una sensación de desconfianza que les hace estar con tensión o con ansiedad. En ocasiones adoptan un rol de adulto que no les pertenece y que en muchas ocasiones les hace sentir inseguros o sobrepasados.

Para protegerse de estas sensaciones los niños y niñas puede tomar muchos tipos de actitudes: reprochar a los padres (como se decía anteriormente), enfadarse con ellos, mantener el secreto, hacer que no quieren saber, autolesionarse, asumir un papel de indiferencia, guardarse las emociones, alejarse de la situación, ocultar la situación, rendir menos a nivel académico, etc. No significa que esto vaya a ocurrir, pero sí debemos prepararnos por si se dieran algunas de estas señales, actuar en consonancia a lo que está sucediendo, y ayudarles para transitar este proceso (al igual que los adultos necesitan acompañamiento para recorrer el camino de la rehabilitación).

Bien, ¿y qué podemos hacer? ¿Cómo ayudarles a transitar todas estas emociones que son incómodas e intensas? Sigamos profundizando, aunque ya ofrecíamos algunas pistas la semana pasada en el anterior post.

- Facilitar una comunicación abierta y honesta. Busca un lugar seguro para poder hablar así.

- Ayudar a expresar tanto los sentimientos positivos como los negativos y aceptar las diversas opiniones sin juzgar, burlarse ni culpabilizar, sino ayudando a reflexionar y explora las propias conductas, motivaciones y actitudes.

- Empatizar con sus propios sentimientos. ¿Cómo? Escuchando de manera atenta, mirando a sus ojos, asintiendo, no interrumpirle, mostrando interés y respeto y reflejando lo que ha dicho con otras palabras.

- Conocer y poner nombre a las emociones.

- Estar atentos a sus señales, buscar cuando ellos están algo más abiertos a dialogar.

- Estar dispuestos a observar detenidamente los sentimientos que se esconden normalmente tras la ira, el rechazo o el resentimiento, que suelen ser:  el dolor, el miedo y la tristeza. Si permitimos que esas emociones se den, en enfado se derrite.

- Intentar mantener una actitud neutra, sin entrar en juicios de valor.

- No tomarte lo que te transmite el niño como un ataque personal.

- Ser tolerante con lo que pueda opinar o sentir, no negar lo que siente.

- A pesar de no negar lo que siente, no tolerar las faltas de respeto ni las conductas impulsivas (puede admitirse cualquier sentimiento, pero no cualquier comportamiento).

- Responsabiliza a los niños algo más mayores de la manera en la que actúan.

- Fomentar que participen en actividades que les ayude a gestionar el estrés de la situación: hacer ejercicio, leer, escuchar música, respirar de manera profunda, etc.

- Procurar ofrecer información certera.

- En caso de que la situación se haya desbordado, busca ayuda profesional.

Y siempre, mantenerse firme y no tirar la toalla. Saber y tener la confianza de que, tarde o temprano, con tiempo, respeto y afecto, acaban entendiéndolo todo y empiezan a recuperar una buena relación afectiva con sus padres.

¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.

Porque desde Las Flotas seguimos manteniéndote informado. Seguimos ayudándote.

Ana Sala, psicóloga de las Flotas.

*Dibujo extraído de internet.


Entradas populares de este blog

LAS RELACIONES DE PAREJA EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

FACTORES DE RIESGO DEL CONSUMO DE DROGAS

QUÉ HACER EN LAS CELEBRACIONES Y FIESTAS CUANDO TENGO UN PROBLEMA DE ADICCIÓN