LAS SEÑALES QUE PUEDEN INDICAR UN RIESGO DE CONSUMO

Llega el día, el gran día. Mi familiar o allegado que está dentro de La Comunidad Terapéutica de Las Flotas, ha conseguido su alta terapéutica. Alegría, satisfacción, orgullo, esperanza… y miedo.

Miedo a la recaída.

La recaída no es un proceso aislado, un accidente, un hecho aislado que llega de repente. Tampoco un fallo en el tratamiento, ni si quiera una disminución de la motivación del propio paciente. Es un estado del propio cambio, que en muchas ocasiones ayuda a la persona a conocer mejor cuáles son aquellos disparadores que no conocía. A veces, incluso, una recaída puede llegar a ser fundamental para que la persona consiga aprender en un momento dado de esa experiencia y empezar de nuevo una rehabilitación más consciente. Lo que sí sabemos es que es un error evitable, del que, a pesar de la perturbación que puede suponer hablar de ello para la familia, debemos, antes de que suceda: parar, analizar, reflexionar y prevenir. Y ese trabajo debe realizarse durante el proceso de rehabilitación: el paciente, su familia o personas que le apoyan durante el tratamiento y los profesionales.

Es fundamental entender que la recaída es un proceso que empieza antes del hecho en sí: a veces días antes, semanas antes, incluso meses antes. Por ello es importante ser pragmáticos, y, por una parte, conocer aquellas señales que pueden indicar una recaída próxima, y, por otra parte, saber cómo actuar ante ellas. En el post de hoy nos centraremos en el primer punto: reconocer las posibles señales. Esto no significa magnificar cualquier cambio en la persona, pero, desde luego, no obviar las transformaciones en las conductas y actitudes adquiridas durante la rehabilitación, así como la exposición imprudente a situaciones de riesgo que pueden preceder al consumo de cualquier sustancia. Y decimos cualquier sustancia porque una recaída es considerada cuando cualquier droga (exceptuado la medicación específicamente prescrita por el especialista) que es consumida por el paciente y que altera el psiquismo de la persona. Por ejemplo, es muy frecuente que un consumidor de cocaína inicie el proceso de recaída con el uso de alcohol.

Es importante que el paciente mantenga los hábitos y rutinas aprendidas durante la rehabilitación, reforzando continuamente un estilo de vida que haga más amable y menos arduo el objetivo de la prevención de recaídas. Si ésta sucediera, no sería un volver a empezar desde cero, sino que sería un retorno a esos hábitos adquiridos, manteniéndolos, pero, teniendo en cuenta aquellas señales que no se han apreciado anteriormente.

Vamos a ver algunas de estas señales que pueden ser indicio de una recaída. Estas pistas deben ser elaboradas, como se decía anteriormente, antes de la salida del tratamiento: paciente, familia y profesionales. Por escrito, a ser posible. Describimos a continuación algunas de las que pueden ser más frecuentes, aunque siempre deben personalizarse, ya que cada usuario/a y sus allegados, conocen mejor que nadie cuáles han sido sus indicadores de recaídas anteriores. Allá vamos:

- Cambios en el estilo de vida: mayor consumo de café, mayor actividad o falta de la misma, soledad, utilizar más perfume del acostumbrado, etc.

- Manejo de dinero indebido.

- Cambios en el estado de ánimo: irritabilidad, tristeza profunda, euforia, etc.

- Ruptura de rutinas y hábitos: levantarse o acostarse más temprano o más tarde, no comer o comer de más, descuido en la higiene personal, no realización de las tareas del hogar, etc.

- Cambios en el estado físico: adelgazar, engordar, sangrados nasales, etc.

- Incumplir responsabilidades: no cumplir con las funciones como padre o madre, impagos, falta de cumplimiento laboral, etc.

- Cambios en las relaciones sociales: variedad de su red social por otra desconocida, no mantener aquellas amistades protectores que son conocidas, etc.

- Reducción en el rendimiento laboral: no asistencia al trabajo, no cumplimiento con sus tareas, etc.

- Negación u ocultación de ciertas actitudes o conductas (que se han dado y se han verificado): actitud defensiva ante un hecho que ha ocurrido (por ejemplo, que la familia encuentre una botella de alcohol en casa), etc.

- Deterioro de las relaciones afectivas protectoras: aumento de las riñas con su familia, no acudir a las reuniones familiares o bien estar aislado o poco comunicativo en ellas, etc.

- Pequeños problemas de salud: dolor de cabeza, resfriados, accidentes leves, rojeces en los ojos, garganta irritada, etc.

- Comportamientos defensivos: tendencia a la soledad, poca o nula comunicación, decir que él o ella nunca van a consumir, negar de manera impulsiva un hecho, etc.

- No seguimiento de manera rigurosa con los especialistas sanitarios que lleven el tratamiento a largo plazo de la adicción: no acudir a las citas médicas con el CAD, o con su psicólogo, etc.

- Deseos inmaduros: solucionar los problemas como por arte de magia, falta de afrontamiento, deseo ambiguo de “ser feliz”, etc.

En el siguiente post reflexionaremos de qué manera podemos afrontar estos indicadores.

¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.

Porque desde Las Flotas seguimos manteniéndote informado. Seguimos ayudándote. 



Ana Sala, psicóloga de las Flotas.


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