EL PAPEL DE LA MENTIRA EN LAS ADICCIONES

Durante las entrevistas y reuniones familiares, existe una advertencia generalizada en relación a los usuarios, o futuros usuarios del centro, y que los familiares comunican a los profesionales del centro: “Verás, es que no se le puede creer, porque miente mucho”. Nuestra respuesta suele parecerse a ésta: “Tranquilos, la mentira forma parte de la adicción. Aquí se aprende a utilizar otras estrategias menos destructivas y más resolutivas para sobrellevar los conflictos a los que se enfrentan las personas. Estamos aquí para cambiar, ¿verdad?”. Nuestra contestación, por una parte, se dirige a tranquilizar a los familiares en cuanto a que no nos vamos a dejar engañar y vamos a velar por la salud del usuario, por otra parte, es una respuesta que se dirige hacia los usuarios, en cuanto a que él o ella sepan que aquí esa estrategia no le va a funcionar, sino que trabajamos a partir de las evidencias y de la responsabilidad de los propios actos, sin juzgar el hecho de que lo hayan hecho anteriormente, porque forma parte del trastorno de adicción.

El papel de la mentira en las adicciones tiene varias funciones, la primera y fundamental es mantener la propia adicción, a través de un aprendizaje de muchos años en el que esta táctica les ha funcionado. Por otro lado, a través de las invenciones, tratan de evitar las consecuencias negativas que implican los consumos (discusiones, reducción de libertades, mayor control de los familiares, etc.). Con la mentira también intentan esquivar la responsabilidad que conlleva la aceptación del problema. Y, por otro lado, con la ficción creada, tratan de proteger su imagen personal, presentando una imagen falseada y positiva de sí mismos, en compensación del daño que le hacen a la propia confianza y autoeficacia personal durante el consumo. El problema de la mentira, es que se suma al de la misma adicción.

Las mentiras que nos encontramos con más frecuencia, aquí las vamos a diferenciar según a quién va dirigidas:

Mentiras a sí mismos

En anteriores posts hablábamos de una de las mentiras más generalizada de las personas consumidoras: “Yo no tengo un problema de adicción”. Sin embargo, en ese tapiz de mentiras que tejen las personas con trastorno de adicción, también se ocultan las consecuencias que está teniendo el problema inicial: dificultades para mantener el trabajo, relaciones poco satisfactorias, reacciones agresivas, escasez económica, etc. También se mienten acerca del control que tienen sobre la sustancia: “Yo consumo porque quiero, y cuando quiera lo dejo”, o acerca de la gravedad de sus circunstancias: “Yo consumo, pero mi problema no es tan grave como el de X persona.”. Así mismo, minimizan la ayuda que necesitan, rechazando la que se le ofrece, ofreciendo una imagen de sí mismos como personas que ya han superado el problema de adicción, como, por ejemplo: “Yo dejo el tratamiento, porque en realidad ya sé lo que debo hacer y no necesito más ayuda.”

Mentiras a los familiares

Las mentiras a los familiares, como se decía anteriormente, está dirigida a la continuidad del consumo, así como a conseguir los recursos necesarios para ello: “Yo no he consumido”, “Si no consigo ese dinero van a perseguirme”, “No he ido al bar”, “No he visto a X persona”, “Los que mienten son los profesionales, no yo”, “Las pruebas están mal”, etc. Por eso, aceptar las falsedades que crean, es facilitarles la oportunidad de seguir consumiendo. Los pacientes negarán hasta la saciedad que lo que dicen es cierto, generando la duda en los propios familiares una y otra vez, provocando sentimientos de culpa, incluso, en ellos mismos, por no confiar en sus familiares.  Las personas consumidoras saben que aceptar la mentira ante los familiares pone en peligro la continuidad de su consumo, por tanto, la insistencia y la intensidad será en muchas ocasiones muy alta. Las personas con el trastorno de adicción, en un inicio, pueden presentar cierta preocupación ante esa mentira, generándose en muchas ocasiones ansiedad y sentimientos de culpa por saber que no están actuando de la manera correcta. Sin embargo, esos sentimientos, a través de la exposición continua, van disminuyendo, o incluso, las propias personas consumidoras no diferencias entre la verdad y la mentira. Esta manera de relacionarse provoca un grave deterioro en los vínculos afectivos, ya que como decíamos en post anteriores, se destruye la confianza con los seres que le rodean, y, por tanto, se rompe la base de los vínculos adultos, perdiendo una importante red de apoyo.

Mentiras a los profesionales

Como se comentaba con anterioridad, la persona con trastorno de adicción que tiene como conducta habitual el hecho de mentir, puede llegar a realizarlo con cierta naturalidad, siendo difícil en ocasiones conocer la realidad de los hechos para los profesionales. Sin embargo, siempre se dejan entrever otras señales a las que estamos muy atentos: críticas continuas a los profesionales, irritabilidad, conductas impulsivas, alteración del estado de ánimo intenso y repentino, actitud defensiva, tomarse los comentarios de manera personal, utilización del sarcasmo, mostrarse aislado, rehuida de la mirada, falta de interés o seguimiento en el tratamiento, etc.

¿Cómo actuar?

Sobre todo, no obviar ni hacer la vista gorda ante el problema. Una vez que se sepa que existe una mentira, por una evidencia (por ejemplo, una prueba positiva, o cualquier otra señal que indique que el paciente no ha hecho lo que debería), mantenerse firme y no dudar de la evidencia, no tomándose la actitud de la persona consumidora de manera personal, es decir, con pensamientos del tipo “Me está mintiendo porque piensa que no me voy a enterar”, “No me respeta”, si no entender que forma parte del trastorno, y que lo que busca la persona es volver al consumo.

Por otra parte, los familiares deben mantenerse inalterables en cuanto a la búsqueda de ayuda profesional, para que las personas con el problema de adicción puedan empezar su proceso de aceptación del problema. En la Comunidad Terapéutica de Las Flotas tratamos que los usuarios puedan asumir el problema de la adicción como propio y responsabilizarse de la solución en un contexto empático y tranquilo (en un contexto terapéutico), confiando en los propios recursos personales para superar el problema (con la ayuda necesaria), y aceptando que las personas que te ayudan no son adversarios (es más, hacer de esas mismas personas, aliados contra el verdadero adversario a lidiar, que es la adicción).

¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.

Porque desde Las Flotas seguimos manteniéndote informado. Seguimos ayudándote.


 Ana Sala, psicóloga de las Flotas.

Entradas populares de este blog

LAS RELACIONES DE PAREJA EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

FACTORES DE RIESGO DEL CONSUMO DE DROGAS

QUÉ HACER EN LAS CELEBRACIONES Y FIESTAS CUANDO TENGO UN PROBLEMA DE ADICCIÓN