¿ES ACONSEJABLE QUE MI FAMILIAR SE EXPONGA A DISPARADORES PARA QUE ASÍ PUEDA ACOSTUMBRARSE Y PODER AFRONTARLOS MEJOR?

 Son las 14.00. Hora de la comida. A pesar de haber almorzado abundante, el solo hecho de la alarma informando de la hora de comer, basta para generar una sensación: hambre. Esta experiencia, por común, es ampliamente comprensible por toda la población. El timbre, alarma, entradilla del telediario o cualquier señal que indique esa hora de comer, a través de los años y de la experiencia repetida, se graba, o más técnicamente se condiciona, y es suficiente para que solo con sonar esta señal, sentir la punzada de que “ahora toca comer”.

Esto, explicado de manera sencilla, es un disparador. La persona con problemas de adicción ha unido elementos en su cerebro que muy probablemente no se separarán nunca. Pueden quedarse algo más “apagados”, pero no se desvincularán.

¿De qué elementos estamos hablando? Por una parte, el consumo y sus consecuencias (obtención inmediata del pacer). Y por otra, un sinfín de estímulos, tantos, como personas consumidoras hay. Porque el consumo se puede asociar a miles de elementos, tanto externos (como lugares, situaciones o personas) como internos (como pensamientos y emociones).

Algunos de los disparadores externos que podemos nombrar son bares, barrios, ciudades, dinero, celebraciones, el trabajo, las 12 de la mañana o las 12 de la noche, un tipo de música, días de cobro, el papel de aluminio, el viernes (o lunes, o sábado, o domingo…), una habitación, un cajón del armario, una persona, el almuerzo, etc., etc. Igualmente, podemos citar los siguientes disparadores internos: el estrés, la tristeza, la frustración, el miedo, el aburrimiento, la rabia, la culpa, etc.

¿Es posible no estar en contacto con ningún disparador? No. A no ser que se invente la manera de eliminar “el viernes por la tarde”, por poner un ejemplo de lo descabellado que podría ser la intención de controlar todos los disparadores.

Pero, ¿es aconsejable exponerse a aquellos disparadores que sean evitables? NO, sin duda. La menor exposición a los disparadores reduce de manera notable la probabilidad de recaída. Porque no es evitable “el viernes por la noche”, pero sí que la persona con problemas de adicción se encuentre en un bar o en una situación o con una persona con la que solía consumir.

La intensidad del deseo de consumo se dispara cuando la exposición es mayor, aumentando la ansiedad y disminuyendo la capacidad para razonar o buscar la parada de esta cascada.

¿Cómo se puede evitar esta exposición? La palabra clave es la planificación. Planificar, y ensayar la respuesta en situación, si por casualidad encuentras a una persona con la que consumía. Preveer una retirada temprana de una situación determinada. Idear otras maneras de celebrar. Organizar el tiempo libre. Ocupar el tiempo propio con personas no consumidoras. Establecer otro camino al habitual para evitar pasar por un lugar. Aprender maneras de afrontar el estrés o el miedo. Y así, planificar todas y cada una de las situaciones que a la persona se le ocurran que pueden suceder y puedan suponerle un disparador de consumo.

¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.

Porque desde Las Flotas seguimos manteniéndote informado. Seguimos ayudándote.

Ana Sala, psicóloga de las Flotas.

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