¿CÓMO ACTÚO ANTE LAS PERSONAS CON LAS QUE ME RELACIONABA Y CONSUMÍA ANTERIORMENTE?
Somos seres sociales y, como tal, necesitamos de rodearnos de otras
personas. Podemos observarlo con mucha facilidad: nacemos en el estado más
inmaduro que cualquier otro animal. Esto nos convierte, en esa fase vital, en
seres dependientes del resto de humanos (adultos que se hagan cargo de
alimentación, techo, afecto, …). Para alcanzar nuestra madurez, a todos los
niveles, necesitamos de una sociedad que nos transmita valores, lenguaje,
maneras de actuar y de pensar… es lo que llamamos cultura. Es decir, los seres
humanos no somos seres sociales solo por el hecho de vivir en comunidad
(familias, comunidades, estados), sino también y, fundamentalmente, porque
necesitamos de los otros para desarrollarnos como tal.
En nuestra vida tenemos y vamos a tener contacto con grupos diversos.
Experimentamos, además, la evolución de los grupos en los que estamos: cambios
en nuestra familia, nuevos amigos, nuevas aficiones, nuevos trabajos, etc. Ello
conlleva una conducta más o menos flexible, que permita involucrarse en la
socialización.
Esto implica que desde pequeños buscamos de manera natural el apoyo, el
calor, el reconocimiento, la mirada…del otro. Solo hace falta ver a un niño o
una niña en el parque: “Mira papá, ¡mira qué hago!” “Mira mamá, ¡ahora sin
manos!”. Pero, ¿eso cambia cuando eres adulto? Cambia el contexto, cambian las
figuras, cambian los porqués…pero seguimos anhelando ese calor del otro. Eso
que te hace sentir más conectados... más humanos. Un vistazo por la situación
actual de distancia social para observar lo doloroso de la misma.
Cuando aparece la adicción, en muchas ocasiones nos topamos con el
aislamiento social. El problema de adicción, cuando está activo, se pone en
primer lugar para la persona afectada, siendo éste la prioridad vital. Eso provoca
un deterioro de las relaciones personales abrumadora, ya que los sentimientos y
valores necesarios para relacionarnos con los demás: honestidad, empatía,
aprecio y el respeto por el otro, se convierten en: exigencias, mentiras,
desconsideración y malas maneras.
Mientras tanto, aparece otro círculo social: aprovechado, ávaro,
materialista y, a veces, mezquino…el de las personas consumidoras que están en
activo. Un círculo con el que la persona consumidora se siente arropado para
perpetuar su consumo, y, a pesar de que en muchas ocasiones se da cuenta que
ese círculo no le trata bien o se aprovecha de ella, prefiere eso a la soledad.
Ya lo decía Arthur Schopenhauer: “El instinto social
de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad”.
Por ello, durante el proceso de rehabilitación, realizamos un análisis
minucioso con cada uno de los pacientes, poniendo a prueba sus propias
creencias acerca de su círculo anterior que en ocasiones son algo ilusas: “X
era buena tía, aunque a veces la liaba un poco”, “Z solo
consumía a veces…”, no viendo con claridad, que el hecho de compartir su ocio o
su tiempo libre con las mismas personas consumidoras, supone un alto riesgo de
volver a las mismas rutinas anteriores a la rehabilitación. Todo esto desde el
total respeto y comprensión por el dolor que a veces supone romper algunas
redes sociales, comprendiendo, como decíamos al inicio del texto, esa necesidad
tan humana de contactar con los demás. Pero anteponiendo siempre la salud de
los propios usuarios del centro, y realzando y poniendo en práctica sus
habilidades interpersonales para crear nuevas redes sociales saludables con las
que compartir su tiempo de otra manera a la que venían haciéndolo. Porque
confiamos en sus capacidades y en su potencial de cambio. Y todo esto lo
practicamos una y otra vez en un contexto comunitario, nuestra comunidad
terapéutica, entorno inmejorable para llevarlo a cabo, durante un tiempo
prolongado.
¿Y qué otras orientaciones damos a las familias durante el
tratamiento de rehabilitación? En próximos posts, las iremos revelando.
Porque desde Las Flotas seguimos manteniéndote informado.
Seguimos ayudándote.
Ana Sala, psicóloga de las Flotas.